viernes, 29 de julio de 2011

Senda de Camille Etapa 1

20/7/11

Lizara – Somport

Llegamos la tarde del martes al refugio de Lizara, una acogedora casa de piedra que se encuentra al fondo del valle de Aragües y al cobijo del Bisaurin. Apenas había gente, sin contar a los guardas estábamos diez personas, todos distantes, por parejas pero guardando “la distancia de seguridad”. Después de un rato una pareja que se encontraba jugando a las palabras cruzadas nos preguntaron que si íbamos a hacer la senda de Camille, les respondimos de manera afirmativa y nos empezaron a contar que ellos ya habían hecho la primera etapa, se llamaban Paqui y David y a la postre serian nuestros inseparables compañeros de camino durante los próximos 5 días, estuvimos conversando hasta la hora de la cena. Entonces la guarda nos dijo que nos sentáramos todos juntos en una mesa, con algo de timidez nos juntamos los 10 y al poco rato en la mesa había un ambiente amigable, la historias de montañeros comenzaron a fluir con naturalidad. Fue rato de lo más interesante.

Refugio de Lizara
Nos acostamos pronto ya que necesitábamos guardar fuerzas para los días venideros. Nos levantamos temprano, a las 7 de la mañana Hacia mucho viento, el molino que tienen en el refugio para generar electricidad giraba tan rápido que daba la impresión que iba despegar, la temperatura tampoco se correspondía con la de esta época del año, estábamos a 8 grados. Con la ilusión que en el trascurrir de la mañana todo mejoraría empezamos a caminar con nuestros nuevos compañeros. Primer error, a los 10 minutos me di cuenta que me había dejado las gafas de sol en el coche, volví a por ellas, si llego a saber el tiempo que nos esperaba esa semana me hubiera ahorrado el esfuerzo. La primera parte del recorrido ya la conocíamos, la habíamos hecho hasta el ibón viejo en semana santa.


La ascensión hasta el plano de Bernera fue bastante dura, el viento era demasiado fuerte y en ocasiones te empujada con tanta fuerza que incluso te hacía perder el equilibrio. Superado el plano el viento se detuvo pero nos encontramos con otro elemento que en los próximos días también se convertiría en inseparable, la niebla. No se veía más allá de cinco metros, con la ilusión que me hacía ver el valle de los sarrios, nada tendremos que volver otra vez. Lo pasamos como pudimos, eso si con remojón de pies en el ibón de los sarrios, con la niebla que había a lo que nos dimos cuenta ya estábamos en medio del ibón y con las botas empapadas. Al llegar al final del valle la niebla comenzó a subir, en lo alto de una loma entre la bruma se apreciaba la silueta de unos sarrios, al menos nos quedaría un recuerdo bonito de nuestro paso por este valle.

Sarrio en la niebla
En lo alto del ibón de Estanes
Al poco rato llegamos al Ibón de Estanes, desde lo alto contemplamos el enorme lago mientras nos tomábamos un tentempié. Seguimos nuestra marcha, pasamos al lado de unos caballos que se encontraban a sus anchas pastando.


Un poco más adelante nos fijamos bien en las marcas, ya que sabíamos que teníamos que girar a la derecha para encarar el barranco del Aspe. Lo hicimos sin dificultad y nos adentramos en el bosque de Sansanet, que estaba lleno de barro, había llovido un par de días antes y la penumbra del bosque impide que se seque el camino con normalidad. Llegamos al paso Chorrota del Aspe, no llevaba mucha agua asi que lo pasamos sin apenas dificultades.

De frente al Aspe
En el bosque de Sunsanet
 

Paso Chorrota del Aspe
Pasamos con cuidado por un terraplén y un poco más adelante cuando el camino estaba bastante mejor Mar resbalo y se hizo una profunda herida en el dedo, al final fue menos de lo que en principio parecía, aun asi por la tarde tuvimos que bajar a Canfranc Estación para que se lo curasen bien.

Terminamos el trayecto del día pasando por las pistas de esquí de Candanchu, este último trozo se nos hizo un poco largo. Había poca sombra y el sol de primera hora de la tarde caía a plomo. Adelanto que fue uno de los pocos momentos de sol que tuvimos en la semana.

El verano tambien llega a las pistas de esqui
Por la noche, David, que pronto nos dimos cuenta que podría ser un relaciones publicas excelente, entablo conversación con otra pareja que empezaba la senda de Camille al día siguiente. Eran Mónica y Carlos, cenaron con nosotros y al día siguiente se unirían al grupo.

Para ser la primera jornada había sido bastante intensa, esto prometía.


Mapa de la ruta

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