miércoles, 28 de septiembre de 2011

Once años de FIZ

Otro año más y van 11, este sábado próximo se celebra el FIZ (Festival de música independiente de Zaragoza). A lo largo de este tiempo han pasado artistas y grupos como Mogwai, Rufus Wainright, Massive Attack, Jon Spencer Blues Explosion, Echo and the Bunnymen, Los planetas y muchos otros que me olvido.

La verdad que hay que agradecer a la organización el esfuerzo que hace por traer a esta ciudad una música distinta y alejada de los círculos comerciales y que salvo por pequeñas salas como La casa del loco, La lata de bombillas, Oasis o la Sala López no podemos ver habitualmente en Zaragoza. Pero el FIZ siempre me ha parecido un festival del quiero y no puedo. Los carteles sin estar mal del todo, creo que han adolecido de una figura atractiva y de primer orden y me hace mirar con cierta envidia los eventos que se organizan en otras ciudades de similares características a la mía. Soy consciente que es difícil traer a gente de lo que podríamos llamar primera división, primero por su elevado cache y segundo que después de estar girando todo el verano de festival en festival por toda Europa los artistas en estas fechas se suelen tomar un descanso. Asi que edición tras edición nos tenemos que conformar con artistas venidos a menos.



Para muestra de lo hablo el cartel de este año que aunque trae a lo mejor del panorama “indie” nacional (Triangulo de amor bizarro y Vetusta Morla) rematado con James un grupo del que nadie puede discutir su calidad pero obviamente su mejor momento paso hace casi 20 años. Como complemento de otro artista que estuviera en la cresta de la ola serian perfectos, pero asi como supuestos cabeza de cartel me da la impresión que el festival cojea un poco.

En mi modesta opinión creo que sería mejor traer un cabeza de cartel de calidad y en auge que con su sola presencia te garantice el lleno y luego un par de complementos atractivos. En definitiva abarcar menos pero algo más de calidad y atractivo.

De todas maneras parece que la cosa esta edición va bien que ya se han vendido 4000 entradas anticipadas. Yo este año no iré, a James ya los he visto y el resto del cartel no me resulta lo suficientemente llamativo.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Es el fin de R.E.M. tal y como lo conocíamos (y me siento…)

Adaptando el título de una de sus canciones, tras el anuncio ayer de la disolución como grupo de R.E.M., cada uno se sentiría de una manera al enterarse de la noticia. Para unos será motivo de tristeza, a otros les dará igual y otros, como dice la canción, se sentirán bien.

Con frases como “Espero que nuestros seguidores se den cuenta de que no fue una decisión sencilla pero todas las cosas deben terminar, y queríamos hacerlo correctamente y a nuestra manera” y “A todo aquel que se emocionó con nuestra música, nuestro más sincero agradecimiento por escucharnos” lo anunciaban en su página web

Lo cierto, más allá que te guste su música o no, es que R.E.M. contribuyo a engrandecer el panorama musical desde que a principios de los 80 fueran una bocanada de aire fresco para el rock. Desde entonces casi 30 años de carrera que han dado para todo y que nos ha dejado un puñado de magníficos discos y unas cuantas joyas en forma de canciones que quedaran para la posteridad en el cancionero popular. Pero si algo hay que destacar de este grupo ha sido su honestidad, su continua evolución y el saber permanecer al margen de lo que se espera de unas estrellas del rock.

Personalmente me quedó una espinita clavada cuando los vi en directo, seguramente no era su mejor momento (bajo mi punto de vista “Around the sun” fue su disco más flojo) ni tuvieron su mejor día, pero esto no quita para reconocer que ha sido uno de mis grupos preferidos.

En fin, que un grupo no desaparece mientras su música continúe sonando. Yo disfrute y seguiré emocionándome con vuestra música.


domingo, 18 de septiembre de 2011

A la tercera el ibón de Anayet

A la espera que la rodilla de Mar se vaya recuperando voy a “repescar” alguna de las excursiones que hicimos en el pasado. Como ya conté en otra entrada tenía clavada la espinita de ver los ibones de Anayet, al año siguiente de haber tenido que abandonar por segunda vez lo volvimos a intentar. Era a principio de julio del 2008 y esta vez lo intentamos por el otro lado, desde la estación de esquí de Formigal.

Dejamos el coche en uno de los parking de la estación (el aparcamiento de Anayet, para que no te pierdas) y comenzamos a subir, en principio por una pista asfaltada que lleva a los edificios de la estación, una vez superado este tramo ya te metes en un prado. Mientras el camino te va girando hacia la derecha vas ascendiendo, no hay mucha subida pero es bastante dura además Mar estaba algo “pocha” ese fin de semana, algún virus le había dejado con las fuerzas justas.

Seguimos siempre pegados al arroyo que baja de los ibones, dejamos una cascada a nuestra derecha y en unas dos horas y media llegamos a la explanada donde se encuentra el ibón. El día estaba incierto con nubes y claros, contemplamos un rato el paisaje y dimos la vuelta al ibón. Por uno de los laterales veíamos subir a la gente que venía desde la ruta de canal roya.


Un día deslumbrante
Continuamos con nuestro recorrido circular hasta llegar al cuello por el que se sube a la cumbre del pico que da nombre al ibón. Vi como otros excursionistas estaban ya a mitad de camino, tome referencias y me di cuenta que no me costaría mucho subir hasta la cumbre, el Anayet me llamaba lo veía tan cerca que lo tenía que intentar. Mar me dijo que subiese yo solo que ella se quedaba esperándome que no se encontraba bien y se iba a quedar a descansar.

Vista del Ibón de Anayet dese la cima
Canal Roya y el Midi d'Ossau al fondo
Emprendí mi marcha, subí a toda velocidad por el cuello que separa el Anayet de su vértice, gire a mano derecha hasta llegar a la cadena, que en mi opinión es más un quitamiedos que otra cosa, aunque ya se sabe que en esto a los que a unos le parece fácil a otros no tanto. Superada la cadena continué un poco hasta llegar a una especie de chimenea, una trepadilla sin apenas dificultades y en unos 40 minutos cima. Las vistas eran bastante buenas, canal roya y el omnipresente Midi d’Ossau al fondo sobresalían del resto. Desde la cima podía ver a Mar le hice señales pero no me veía, luego me dijo que se había echado la siesta y no se había dado cuenta.

Satisfecho tras la ascensión

Estuvo bien el día, por fin habíamos llegado al ibón del Anayet y sin pretenderlo había subido a la famosa montaña. Cuando regresábamos de nuestra excursión, nos encontramos a unas mujeres, con unos ramos de flores enormes y aún seguían arrancando más, no pude contenerme y les tuve que decir algo, si todos que vamos al monte volviéramos con un montón de flores en cuatro días el Pirineo estaría arrasado.

Track de la ruta

lunes, 5 de septiembre de 2011

¡Qué bonito es el baloncesto!

Ayer por la tarde estuve viendo el partido del Eurobasket que enfrentaba a la anfitriona Lituania contra nuestra selección, más allá que el resultado favoreciera a la roja lo cierto es que disfrute mucho viendo el encuentro. Después de haber practicado este deporte durante más de 20 años y haberlo dejado hace 5 (salvo un par de partidillos y otras tantas pachanguillas con los amigos apenas he tocado un balón en este tiempo) ayer volví a darme cuenta de la razón por la que me atraía tanto el mundo de la canasta.


Ver a unos tipos que la mayoría sobrepasa los 2 metros moviéndose con una soltura y plasticidad digna de unos bailarines de ballet es un auténtico espectáculo. Aparte de esto el baloncesto también es velocidad, técnica, fuerza, cabeza, habilidad, coordinación, puntería, inteligencia, sacrificio, compañerismo y por qué no ese toque de suerte que requiere cualquier juego. Por eso lo hace tan complejo para mucha gente ya que para practicarlo medianamente bien se precisan años de preparación, lo que digo siempre que para dar cuatro patadas a un balón vale cualquiera, pero meter una pelorita por el aro es algo mas complicado.

En fin, que viendo el partido la sangre me volvió a hervir y me dieron ganas de desempolvar mis viejas botas y echar un par de canastas ya que una vez más me di cuenta lo bonito que es el baloncesto.