lunes, 25 de julio de 2011

La Senda de Camille, algo más que una ruta pirenaica

Me siento a escribir esto cuando hace apenas unas horas acabamos de terminar la Senda de Camille, todavía no tengo muy claro si haré un resumen general o contare etapa por etapa hasta donde mi memoria alcance.

Han sido unos días maravillosos llenos de sensaciones y sentimientos a veces hasta contradictorios.
Hemos sentido rabia e impotencia por la mala climatología que nos ha impedido disfrutar y ver aquellos parajes que no conocíamos. Hemos sentido cansancio y ganas de terminar la etapa, ansias por volver al camino. Hemos sentido frío, humedad, calor, el viento en nuestras caras, la fuerza y la grandeza de la naturaleza.

Pero sobre todo hemos sentido una enorme alegría al conocer a gente maja y maravillosa con la que compartir el camino. Paqui, David, Mónica y Carlos nos han hecho mucho más agradable y llevadera la travesía.

Nos ha gustado compartir un rato con esa gente anónima que nos encontrábamos en los refugios o nos cruzábamos por la senda. Incluso con aquellos que por su enorme fortaleza no podíamos seguir como Joseba y su siempre inseparable y sonriente Lourdes.

Hemos sentido pena al ver partir a unos compañeros y tristeza por dejar a otros. He sentido emoción al llegar al final y alivio al dejar la mochila, seguramente mañana añorare ponérmela otra vez sobre la espalda.

Pero si hay una cosa que me ha hecho sentir realmente orgulloso es ver el espíritu de superación de Mar que ha luchado y vencido todas las adversidades que se ha encontrado en el camino.

La senda de Camille seguramente quedara para siempre en un lugar especial de nuestras memorias y en un sitio privilegiado de nuestros corazones.

Mónica, Paqui, Carlos y David nuestros compañeros de camino
Vestidos con las camisetas que acredita que hemos terminado la senda de Camille

No hay comentarios:

Publicar un comentario