jueves, 9 de junio de 2011

Circo de Gavarnie, el Ordesa francés

En el verano del 2008 subí con Diego al Casco (3006m.) y primero desde el refugio de Serradent y después desde la cima vi la Gran Cascada de Gavarnie, me dejo impresionado. Desde entonces me había encaprichado de ver esa inmensa cascada desde abajo, justo desde sus pies, de ver ese precioso valle que había visto en cientos de fotografías. Sabía que era una excursión de las que llamo de dominguero y que suelo odiar pero aun así me apetecía mucho hacerla.

Para llegar al Circo de Gavarnie desde Zaragoza con el coche la cosa no está muy bien, hay que dar mucha vuelta, así que lo preparamos bien y el viernes por la tarde, después de salir del trabajo nos desplazamos a Sallent de Gallego para hacer noche allí. Por la mañana temprano cogimos el coche, cruzamos la frontera por el Portalet y entre preciosos paisajes poco a poco fueron cayendo los kilómetros y los pueblos, Gabas, Eaux Chaudes, Laruns, Bielle, Louvie-Juzon, Saint-Pe de Bigorre, Lourdes, Luz Saint Sauveur, Gèdre y al final, después de algo más de 2 horas y media, Gavarnie.

Panorámica del valle
Lo primero que nos dimos cuenta nada más llegar es que la localidad de Gavarnie está claramente enfocada al turismo, tiendas de suvenires y de ropa de montaña por todas partes, restaurantes, hoteles, alquiler de caballos, etc. Tienen un filón y claramente lo están explotando.

Como viene siendo habitual el día nos salió bastante nublado y la lluvia amenazaba. Las maravillosas vistas que esperábamos ver las cubrían las nubes que se habían metido en el fondo del valle. Nos pusimos en marcha por la pista que sale al final del pueblo y que trascurre paralela al rio. Muchas veces le tomo el pelo a Mar después de hacer una excursión de varias horas diciéndole que ha sido un paseo, pero está en realidad lo es, la pista es tan ancha y esta tan bien aplanada que pasan hasta todo terrenos de gente que va al hotel, de hecho nos paso uno. Muchas veces me he pensado que Ordesa está masificado pero aquí en Gavarnie es demasiado y eso que este día el tiempo no invitaba mucho al excursionista, no me quiero imaginar lo que será en un día de verano. En algo más de 45 minutos llegamos al Hotellerie du Cirque. La cascada ya casi se podía tocar pero las cumbres de más de 3000 metros seguían sin poder divisarse. En este punto por fin termina la pista y ya nos adentramos en una senda típica de montaña. La distancia nos engaña, parece que vamos a llegar en unos minutos pero el repecho de piedra suelta que hay en el último kilometro se hace algo más duro de lo que pensábamos. Por fin llegamos a la meta, estar justo a los pies de la cascada es una sensación increíble, el viento que levanta el agua al golpear el suelo es impresionante, el enorme estruendo, el agua pulverizada que apenas te permite abrir los ojos, verdaderamente te hacen sentir la fuerza de la naturaleza. No pudimos estar mucho rato ya que el frio y la humedad se empiezan a meter por todo el cuerpo.

Vista de la Gran cascada con las nubes cubriendo la parte alta de la pared
A unos metros de nuestro objetivo
De regreso, para no perder la costumbre de nuestras ultimas andanzas por el Pirineo, comenzó a llover. Nos cobijamos en el Hotellie y aprovechamos para almorzar. Decimos volver por el camino de la Cabane de Pailla que sale justo detrás del hotel. La verdad que merece la pena, no está nada transitado, solo nos encontramos a otra pareja, y las vistas del valle desde la altura son inmejorables. Al cabo de un rato encontramos un cartel que marcaba el desvío al refugio de Espuguettes, nos acercamos un poco para verlo desde la distancia y saber donde se sitúa, nunca se sabe si algún día necesitaremos saber su ubicación exacta. Tras localizarlo bajamos al pueblo y pusimos fin a nuestra excursión.

Una jornada casi perfecta
No había estado mal pero por culpa del maldito tiempo y de las nubes que nos habían impedido ver el valle en todo su esplendor, me quede con la misma sensación que te quedas cuando haces un examen y estas convencido que vas a sacar un sobresaliente y al final apruebas por los pelos. Ya estoy pensando en meternos una paliza y volver otra vez a pie desde Bujaruelo.

De regreso a Sallent tomamos otra carretera para pasar por el Col d’Aubisque, el mítico puerto de montaña que habitualmente se asciende en el Tour de Francia y en el que los más grandes del deporte de la bicicleta han dejado grabado su nombre a base de esfuerzo y sufrimiento. He de decir que me pareció brutal, 17Km de ascensión con tramos de hasta el 12% de desnivel. Iba cómodamente de copiloto en el coche y me estaba cansando de solo pensar la paliza que debe ser subirlo en bici.


Track de la ruta

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