domingo, 20 de octubre de 2013

Circular por los valles de Ordiso y Otal

Acercarse al Pirineo en otoño tiene varias ventajas: todavía hay suficientes horas de sol para hacer una excursión relativamente larga, el tiempo aún suele mostrarse bastante benigno y sobre todo poder contemplar la variedad de tonalidades que ofrece el bosque en esta estación.
Para este fin de semana el club de montaña Lo Bisaurin tenían organizada una interesante excursión por los valles de Ordiso y Otal, como sentimos una especial debilidad por Bujaruelo y queríamos impregnarnos del paisaje otoñal, no dudamos en unirnos a ellos una vez más.

Cruzando el puente románico de San Nicolás de Bujaruelo
GR-11
Río Ara
Camino cómodo
Partiendo de San Nicolás de Bujaruelo remontamos el río Ara por su margen izquierda siguiendo la pista de la GR-11, el camino no ofrece dudas ya que está muy bien señalizado. Solo nos desviamos un momento para ver el puente colgante pero enseguida volvimos a la pista. Mientras avanzábamos por ella pudimos apreciar los tonos con que se visten los árboles en esta época del año y aunque creo que todavía le faltaba una o dos semanas para ofrecernos la totalidad de matices ocres el bosque estaba precioso.


Hojas tocadas por el otoño
Frutos otoñales
Puente colgante de Burgull
El cielo que había permanecido bastante gris desde el comienzo de la excusión nos obsequió con algunas gotas de lluvia, nos pusimos las capas y continuamos con la idea de volvernos si arreciaba, no era cuestión de sufrir innecesariamente. En seguida llegamos a una caseta donde abandonamos el recorrido de la GR-11. Bajamos hasta el puente de Ordiso y lo cruzamos para adentrarnos en el valle del mismo nombre. Ya había dejado de lloviznar asi que continuamos el camino subiendo una corta pero intensa pendiente, después de este pequeño esfuerzo paramos a echar un tentempié antes de continuar hasta el fondo del valle.

Salto de Pich
Puente de Ordiso
Río Ordiso
Había salido un poco el sol por lo que descartamos la idea de volvernos por donde habíamos venido. Los seteros del grupo no desaprovecharon la ocasión e iban rastreando los bordes del camino en busca de algún hongo que sirviera de guarnición para la cena. Caminando tranquilamente llegamos a los restos de una caseta, a partir de este punto empezaba el tramo más duro de la excursión, como el tiempo todavía estaba inestable decidimos encaminarnos directamente al collado de Ordiso y dejar para otra vez el plan inicial de subir a Peña Ordiso y luego descender al collado cresteando. Subimos por donde pudimos ya que el camino se perdía fácilmente en la ladera. De vez en cuando, al mirar atrás, envuelto en nubes se dejaba ver tímidamente la silueta del Vignemale, lastima de tiempo porque con un día despejado las vistas tienen que ser extraordinarias.

Macrolepiota
Valle de Ordiso
Subiendo al collado
Antes de llegar al collado los que se encontraban con más fuerza del grupo decidieron subir un montículo cercano (Picos de Asnerillo), los demás les esperamos en el collado almorzando. El bocadillo cayó rápido ya que, primero había bastante hambre y segundo, el aire soplaba fuerte y nos estaba dejando helados. Pasamos al valle de Otal, fuimos siguiendo las marcas de alguna GR (blancas y rojas) mientras descendíamos a la vez que mirábamos con pena el paisaje, las nubes nos impedían verlo en su totalidad, este año hemos tenido bastante mala suerte en este aspecto. En algún momento nos despistamos y nos pasamos un desvió, el camino por el que íbamos estaba muy marcado y no parecía que fuésemos mal pero a lo que nos dimos cuenta ya habíamos avanzado mucho y no era cuestión de volver por lo decidimos bajar monte a través. No se baja mal pero había mucho desnivel y al final las rodillas empezaron a resentirse.

Collado de Ordiso
Bisaurines en el collado de Ordiso
Valle de Otal
Alcanzamos el camino por el que deberíamos haber bajado cerca del refugio de Otal. A partir de este momento y hasta el principio del valle era todo una pista muy ancha que recorrimos sin dificultad. Al llegar a la entrada del valle, para hacerlo algo más ameno, fuimos cortando la pista hasta llegar a la orilla del rio Ara. En unos minutos estábamos de nuevo en el refugio de Bujaruelo donde pusimos fin a la caminata.

Cabaña de Otal
Un buen rato por pista
Estos Bisaurines llevan muchos kilómetros en sus piernas
Como siempre podríamos decir que fue una excursión muy interesante pero que por circunstancias meteorológicas no disfrutamos al 100% pero que se compensó por compartir camino, una vez más, con “Los Bisaurines”, ese club de montaña tan entrañable y familiar.

Track de la excursión

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