San Nicolás de Bujaruelo es quizá el sitio que más nos gusta
a Mar y a mí de todo el Pirineo. Esa preciosa campa preparada para dejar la
tienda de campaña, ese acogedor refugio, su emblemático puente románico, el
joven rio Ara que lo cruza ágil, esas enormes montañas que lo rodean y esa
infinita vía láctea que se aprecia con claridad en las noches libres de nubes
le otorgan a este lugar un aire casi mágico que nos invita a volver siempre que
tenemos ocasión.
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Puente de San Nicolas de Bujaruelo |
Cuando Mar organizo este fin de semana mi primera intención
era intentar subir al Taillón pero me informaron que había bastante nieve del
refugio de Serradets a la Brecha de Roldan y como los crampones no forman parte
de mi equipo de montaña habitual, decidí hacer la ruta alternativa que llevaba
pensada. Desoyendo uno de los consejos básicos de la montaña, nunca salgas
solo, me lance a una ruta circular en solitario mientras Mar y Daniel se
quedaron esperando a sus compañeros de clase.
La ruta sigue la dirección del puerto de Bujaruelo pero al
llegar a una torreta de alta tensión se debe tomar el desvío de la izquierda
para adentrarse en el barranco de Lapazosa. Enseguida llegas a la orilla del torrente,
para cruzarlo pasas por los restos de un puente y continúas subiendo para
llegar a un prado, sin apenas darme cuenta ya estaba en el barranco de
Sandaruelo.
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Hay que tomar el desvío a la izquierza |
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Restos de puente |
El camino a partir de este punto no te da tregua es una ascensión
pura y dura pero se hace muy llevadera ya que en su mayor parte discurre al
lado de un riachuelo que se debe cruzar en mas de una ocasión y además cada vez
que miraba atrás la imagen de los Gabietos se hacia mas bonita. Tras mas de una
hora subiendo llegue al ibón, que tiene la particularidad de estar metido como
en un cráter, es bastante curioso y distinto al resto de los que he visto por
el pirineo. Baje hasta la orilla para bordearlo y encarar la ruta de ascenso a
la cima del pico que da nombre al ibón. Si apenas complicaciones alcancé la
cumbre en unos 15 minutos, desde la cima se tiene una vista periférica
increíble: el valle de Otal y el de Ordiso, Vignemale, el Taillón, el vecino
Pic de Gabeit e incluso a lo lejos el observatorio de Midi du Bigorre. Hay
montañas que sin llegar a los tres mil metros tienen un encanto especial
simplemente por su ubicación y por las vistas que te ofrecen y esta es una de
ellas.
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Los Gabietos desde el barranco de Sandaruelo |
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Ibón de Bernatuara |
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Cima Bernatuara. Primara parte superada |
Baje otra vez hasta las inmediaciones del ibón y en vez de volver
por el mismo sitio me adentre en territorio francés, bajando por el Vallée de
la Canau, el descenso es fácil y paulatino. Por el camino me encontré con
decenas de marmotas que supongo acababan de salir de la hibernación ya que no
huían al notar mi presencia y solo echaban a correr cuando a penas las tenia a
escasos metros. Después de unos tres kilómetros aproximadamente cruce un puente
de madera para empezar a girar sobre la ladera de la montaña, antes de proseguir
la marcha eche la vista al lateral para ver el espectacular circo de Labassa
d’eras Oulettes donde destacan el Pic du Milieu y el Gran Pic de Tapou que
superan los tres mil metros. Seguí el camino marcado como GR-10 y me adentre en
el Vallée de Sausse Dessus.
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Valle de Canau |
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Labassa
d’eras Oulettes |
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Valle de Sausse Dessus |
Pase al lado de una caseta y cruce otro puente para
empezar una dura ascensión, en estos momentos no sabia la que me esperaba. El
camino casi había que adivinarlo, supongo que pese a que este tramo es HRP no
es una ruta muy transitada y que el invierno habrá borrado gran parte de las
señales, así que entre el gran desnivel que había que salvar (unos 600 metros
en un kilómetro y medio) y que no se veía el camino por ninguna parte (como me
alegro de haberme comprado un buen GPS) llegue al collado muy fatigado. Allí las vistas que tuve me hicieron pensar
que el esfuerzo había merecido la pena. He contemplado en varias ocasiones la
silueta que dibuja los Gabietos, el Taillón, La brecha de Roldan, el Casco Marbore,
La Espalda, la gran cascada de Gavarnie y su Pico y me sigue impresionando como
el primer día. Creo que en pocos sitios se puede apreciar tan clara e
inmediatamente la belleza y la fuerza del Pirineo como en este lugar.
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Impersionate |
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Gran cascada de Gavarnie |
A mis pies también pude divisar la pista de esquí de Gavarnie-Grede y el famoso
aparcamiento por el cual los franceses se ahorran dos horas de subida y
consideran al Taillón como un tres mil “asequible”. Continúe un rato cresteando
hasta llegar a la base del Pic de Saint André de 2608 m., su cima la tenia a escasos
diez minutos pero preferí rodearlo por detrás, la subida de antes me había
dejado algo tocado y decidí no subir a su cumbre para guardar energías ante la
brutal bajada que me esperaba. Tras el rodeo salí a otro collado desde donde se
divisaba el Lac des Especieres y un
camino que bajaba a él perdiendo metros a gran velocidad, lo tome y en poco
rato estaba en la divisoria que separa al mencionado lago del ibón de Lapazosa.
Pase por debajo de una torreta de alta tensión y vi una muga fronteriza, tome
el desvío al ibón de Lapazosa y descanse un rato en su orilla.
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Lac des Especieres |
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Ibón de Lapazosa |
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Muga fronteriza |
Ahora ya solo me
quedaba bajar por el demoledor puerto de Bujaruelo, considero que cualquier
excursión que suba o baje este puerto tiene el doble de valor ¡Qué pesado y
duro se hace!
Al final, sobre el puente me estaban esperando todos para
cantarme el cumpleaños feliz y Mar para darme un beso. Acto seguido me entregue
a uno de los mayores placeres que existen, meter mis cansados pies en las
gélidas y cristalinas aguas del Ara.
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El mayor de los placeres | |
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Track de la ruta